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lunes, 18 de febrero de 2013

Extraño oficio el de mermeladero...



Extraño el oficio de mermeladero. Mejor dicho, el de hacedor de mermeladas. O el de fabricador de sabores.
Mezclador de colores. Inventador de mezclas de frutas.
Y no inventor… sí, no quise decir inventor.
Inventador: esa es la palabra. Una palabra nueva. Porque el inventor se guía por sus necesidades y sus conocimientos.
El inventador de mermeladas no se guía. Simplemente inventa. Inventorea. Prueba. Y se deja seducir por los sabores. Por las mezclas de frutas. Por los colores.
Y aprisiona en frascos aquello que no puede aprisionar de otra forma: colores, sabores, texturas. Amor.
Porque dentro de esas mezclas que fabrica pone una gran dosis de amor.
Amor para ustedes, para ellos, para nosotros. Amor.

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